Sostenibilidad del Destino Turístico: Un Compromiso de Todos
Hace unos cuantos años se pusieron en marcha en España unos planes con el objetivo de dinamizar o desarrollar el turismo de algunos destinos concretos muy afectados por su “envejecimiento”. Fueron proyectos muy interesantes que permitieron la mejora de ciertas infraestructuras o el desarrollo de otras nuevas y facilitó la captación de nuevos clientes para el destino así como la puesta en marcha de iniciativas de carácter cultural, de ocio, deportivas, etc. Estos proyectos han supuesto un compromiso económico distribuido entre las diferentes administraciones, el Estado, la Comunidad Autónoma y el Ayuntamiento, siendo éste último quien realmente lideraba y dirigía el proyecto, que debía durar varios años.
Ciertos destinos tuvieron la suerte o la habilidad de desarrollar estos proyectos conjuntamente con otros muchos, más ambiciosos, que implican la conservación del patrimonio natural y el compromiso ciudadano. Otros muchos no han sabido todavía aprovechar la oportunidad y se han “plantado” con la realización de obras sin una coherencia determinada o en promover construcciones sin orden ni concierto con el fin de financiar la deuda de las administraciones locales. No es el camino.
La clave para el desarrollo turístico no va a estar en esa promoción de obras que conducen, sin duda, a una sobreoferta que provoca una discusión eterna sobre regulación, limitación etc., echando siempre la culpa “al otro” y, por supuesto no nos lleva a ningún fin. La clave del desarrollo turístico va a estar en la sostenibilidad ecológica del destino y en el compromiso de todos los que viven en él.
Actuar sobre un territorio y desarrollarlo a base de ladrillo y hormigón es muy fácil. Lo hemos visto, lo estamos viendo y, espero, que no se siga viendo. Destrozar el patrimonio natural es muy fácil y continua siendo barato y rentable para las empresas que así actúan. Pero no sólo se trata de un efecto aislado, sino que supone la primera parte de una reacción en cadena. El desarrollo urbanístico y la creación de nuevas infraestructuras turísticas y de ocio generan un incremento de la carga sobre el territorio mediante generación de residuos, incremento de los vertidos, más presión humana sobre los parajes naturales, incremento de la contaminación acústica, atmosférica, de las aguas y lumínica, por ejemplo. Todo ello implica una mayor demanda de servicios, más personas que se desplazan a la zona para la prestación de los mismos, mayor consumo de recursos energéticos y de agua, lo que, poco a poco, todo ello requiere nuevas infraestructuras y, por tanto, el desencadenamiento de una espiral de la que no se conoce su límite. Mejor dicho, sí se conoce el límite, la destrucción de destino mediante la destrucción de todos los ecosistemas que concurrían en él.
Pensar y planificar el crecimiento turístico, teniendo como objetivo la sostenibilidad del destino, es el TURISMO RESPONSABLE. Debemos pensar en el futuro y no solamente en el Hoy. Debemos pensar en el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos y a otras generaciones venideras. Nuestra capacidad de destrucción de la naturaleza se esté incrementando de forma continua y la vuelta atrás es inviable. La reacción es, llegado un momento, irreversible.
Todavía estamos a tiempo de actuar, pero esta actuación es un compromiso y un deber de todos. Administraciones públicas, empresarios, trabajadores, educadores, asociaciones empresariales, ONG’s, operadores turísticos, ciudadanos en general, deben ponerse manos a la obra para tomar decisiones encaminadas a la sostenibilidad del destino. La administraciones públicas deben promover la sensibilización del turismo responsable desde la infancia en la escuela, los empresarios y trabajadores deben llegar a acuerdos para la implantación de modelos de gestión medioambiental en las empresas, las asociaciones deben promover actuaciones globales en sus sectores de actividad, los operadores turísticos deben ser más responsables y predicar con el ejemplo, las ONG’s deben ser equilibradas y constantes en su denuncia y, por último, los ciudadanos todos debemos poner en marcha las pequeñas pero eficaces actuaciones en el día a día, en nuestra casa, en la calle y en el trabajo.
El problema de la sostenibilidad ecológica de un destino es un problema global pero que requiere actuaciones de carácter local y particular. Las playas, el mar, la sierra, los parques, los ríos, etc., son parte de nuestro patrimonio turístico y es nuestra responsabilidad conservarlos y recuperarlos en la medida de lo posible. La formación, la educación y la sensibilización ambiental es tarea de todos. El buen comportamiento medioambiental es tarea de todos. El destino turístico es para todos. Hagamos cada uno nuestra pequeña, pero valiosa, aportación para conservarlo.
Por Eduardo Jarén